Llegamos sobre las 18h y una de las camas de la cabaña no estaba hecha, así que nos dieron las sabanas para hacerla. Hasta ahí sin problemas. Pero eso nos posibilitó ver el estado del colchón (sin protector) y las almohadas que estaban en un estado lamentablemente, daban bastante asco. Grasa en el exterior del microondas, tela de araña sobre la puerta de uno de los cuartos, las ventanas llenas de resto de suciedad de varias semanas. Además tuvieron el detalle de dejar la fregona y el cubo junto a la puerta de entrada de bienvenida, el estado de la fregona da una clara idea del nivel de limpieza. El trato del personal es correcto, pero ya desde la recepción se nota que la limpieza y el orden no es algo que preocupe a los gestores del establecimiento. Por otra parte leí comentarios de que era ideal para familias, pero la verdad es que hay un lounge bar con música a todo trapo que nos mí idea de tranquilidad que busco en un establecimiento de estas características. Urge mantenimiento, cambio de lencería y sobre todo formación en limpieza y supervisión. Para no volver